En su ya lejana juventud, los viejos del palco eran aficionados al modelismo (estático y militar para ser exactos). Una cosa lleva a la otra, y... +/- Leer más
el modelismo les llevó a la revista "Military Modelling". Un día, motivados por sus aficiones y alentados por una moderada consumición de cerveza, publicaron un anuncio en dicha revista pidiendo gorras militares de cualquier parte del mundo. Durante unos años cambiaron prendas de cabeza (así se les llama a lo fino) con gente del Reino Unido, Polonia, Nueva Zelanda, Australia y otros exóticos parajes. Si bien sus achaques no les permiten continuar con figuras y maquetas con el ritmo y dedicación que a ellos les gustaría, todavía, de vez en cuando, despliegan sus archiperres bajo la luz del flexo y se ejercitan en tan noble afición. Lo que sí que han conservado y mantendrán hasta el último de sus días es esa persistente manía de pedir a todo el que conocen (o no) que les traiga una gorra militar de su destino de vacaciones, trastero a vaciar o casa de sus abuelos a derribar. En este blog se recogerán pensamientos repentinos, ideas (las más de las veces descabelladas), vivencias publicables y se compartirán con la audiencia las adquisiciones gorrísticas (o de gorra) acumuladas a lo largo de tantos y tantos años. Y por qué no, alguna que otra figura recién pintadita, antes de que el polvo cubra sus detalles.

jueves, diciembre 27, 2007

navidades

Estas son las navidades de los tres grados como mucho, las alertas por polución, las calles solitarias y, sin embargo, los puestos de los "mercados de navidad" abarrotados. Abarrotados de gente que pasea comiendo buñuelos, churros, pestilentes caracoles, salchichas de formas y colores que harían vomitar a un dietista alemán y mucho, mucho vino caliente.

En estos parajes septentrionales la noche cae de repente a eso de las cinco y el viento se adueña de las esquinas. Las abuelas temen ser llevadas por una racha un poco más fuerte que la anterior y se acochinan en tablas.

Las máquinas que esparcen la sal en las carreteras no paran de rodar y esa sal, mezclada con el agüilla de la neblina, salpica cubriendo todos los coches con el mismo manto color gris-mierda y ese aspecto de que si los tocas te quedarás pegado como una mosca a una de aquellas tiras de papel asqueroso.

Este año no nieva, ni siquiera llueve en el país where rain is typicall, pero tampoco hace sol. Casi nunca hace sol, y si sale, los nativos lo celebran instalando terrazas en los cafés (y llenándolas) y bullendo por las calles como lo hacen las hormigas en verano allá en el sur.

Un día de estos nos asomaremos al mar del norte o viajaremos al este, hacia donde reinan las lenguas bárbaras, los pueblecitos son de postal, las calles son anchas y limpias y donde la gente, en los mercados de navidad, también toma buñuelos, churros, caracoles pestilentes, salchichas extrañas y mucho, mucho vino caliente.


1 comentario:

  1. Mi más muy mejor amigo:
    ¿Será mejor que tomen buñuelos, churros, caracoles pestilentes, salchichas extrañas y mucho, mucho vino caliente, que es lo que han hecho siempre?
    Sin embargo, en estas tierras paganas (quicir de pago) los advenedizos nos la han metido hasta el fondo (quicir su cultura).
    ¡Dios (yomismo) mío! No soporto el olor a patatas fritas en cucurucho con mil salsas que tienen costumbre de comer los paipas mientras esperan el autobús e incluso (lo que es peor) dentro de el.
    Probablemente me jodería también que viniera un belga a mi lado en el autobús comiendo caracoles pestilentes.
    Salu2

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