Hace ya semanas que en este trozo del mundo en el que vivo, sabemos del sol porque cuando salimos de casa para ir a trabajar, el cielo se tiñe de gris y se apagan las farolas de la calle. Esa claridad tenue dura unas ocho horas y a las cuatro y media o así, el cielo vuelve a ser negro, o amarillo si le rebotan las farolas. Los que no nacimos aquí conocemos el sol porque lo hemos vivido, disfrutado y sufrido, sobre todo en los hombros en verano, pero los nativos sólo por referencias escritas y de cuando salen de vacaciones.
A algunos les afecta enormemente la falta de sol. Se deprimen. Otros reclaman un sitio para trabajar con una ventana cerca, aunque el tenerla no les garantice más que la dudosa luminosidad de la que hablaba antes. Cuando yo empiezo a sentir que me puede afectar esa falta de sol, me acuerdo de aquellos días en pleno centro de la meseta, caminando pegado a las fachadas para aprovechar la escasa sombra que proyectaban cornisas y alféizares con el fin de tratar de evitar morir deshidratado. Aquella temporada duraba al menos seis meses al año y me saturó para los restos.
El intento de añadir pestañas al blog se va complicando. No encuentro por ninguna parte los códigos html que hay que sustituir. Paciencia, buscaremos alternativas.
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Querido friend:
ResponderEliminarAyer fuimos mi mujer, mi hija y el que escribe a la piscina... vale, cubierta, pero piscina, y se me pusieron los hombros morenos porque por los ventanales entraba ese generoso sol de invierno que tenemos en España.
Pasó, además, como siempre: puente, todos los días con niebla y el último día un sol achicharrante, para joder a los que están dentro de un coche en las queridas caravanas de vuelta a casa de este nuestro país.
Tú sigue con las pestañas, que yo sigo intentando poner músicac a esto... ¿dónde coños viene "añadir música"?
Salu2