martes, febrero 05, 2008
grajos
No es nuevo. Siempre han estado ahí. Su larga sombra se confunde con el negro de sus uniformes y lo intenta cubrir todo. Esos uniformes que no son sino enormes braguetas que intentan negar lo obvio que hay debajo.
Los que me conocen ya saben lo que pienso desde hace tiempo. Los que no, si quieren seguir leyendo, lo van a averiguar ahora mismo. Seamos serios y hablemos con propiedad: a partir de ahora, cuando hablemos del oficio más antiguo del mundo, dejemos a las trabajadoras del sexo en paz; no son ellas, sino ellos, los sacerdotes.
Desde el principio de los tiempos, en cualquier comunidad humana, hubo que repartir el trabajo. Unos alimentarían a los demás, otros los defenderían, otros los organizarían, pero el grajo siempre se quedaba aparte, ocioso, mirando por encima del hombro, dispuesto a alzar su autoritaria voz y hacer callar al resto. Era el elegido por los dioses (previamente inventados por él mismo) para guiar la moralidad, encorsetar las leyes y condicionar los comportamientos del colectivo con el fin de alcanzar el paraíso, mediante el pago, siempre voluntario, de sus divinas intercesiones. Y pobre de aquél que no pague. Sus herramientas: el miedo y la promesa de una vida mejor, en el otro mundo, claro.
Tantos años, tantos avances científicos, tantas conquistas sociales, no han conseguido librarnos de ellos y su nefasta influencia. Y en ese rincón del sur de Europa que nos vio nacer es todavía peor. Su contínua presencia es la responsable del secular atraso que aun colea y del que no podremos desembarazarnos hasta que no les pongamos en su sitio. Manejan políticos, medios de comunicación, organismos financieros, intereses inmobiliarios... Sus ovejas negras son convenientemente protegidas del rigor de las leyes, de las que creen estar al márgen. Es más, ¡ahora se convierten en adalides de la democracia! Pretenden imponernos a todos su modelo de familia, su moral, hasta decirnos cómo debemos morir, mientras sus amantes abortan en el extranjero y sus padres mueren sedados hasta las cejas.
No es un calentón esto. Es de justicia. ¿Por qué no se callan? Cada uno a lo suyo, cada uno a sus creencias, y por encima de ellas, el ser humano, su voluntad y sus leyes. Ahora me callo yo, escuchemos al maestro Krahe.
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Queridos, me habeis inspirado tanto que igual hasta os copio, que lo sepais... No, es broma! pero si me habeis inspirado...
ResponderEliminarBesos
Tenéis un premio en mi blog :-)
ResponderEliminarhttp://breadandonion.blogspot.com/2008/02/premio-mi-blog-amigo.html
No, si no es un calentón. Reniegas de mí y no es un calentón.
ResponderEliminarBueno... bien pensado de quienes reniegas es de mis chicos, los cuervos (¡no, grajos!). ¡Ah! Esos chiquillos. Pero, ¿qué quieres? Si me han cogido todos los vicios.
La postilla seria.
El error es el del PSOE que ha entrado a un trapo traidor. Si no hubieran hecho caso no pasaría nada. Les votarían los catolicorros y los que no lo somos, mientras que al PP (con lo de los @b/vispos) les hubiera costado el voto agnóstico y el ateo.
De esta manera, considero que están en un empate técnico. El beneficio de esta situación ¿para quién será?
Por cierto. Ya que no invitáis desde vuestro cuaderno a visitar el mío (cuán perro puedo llegar a ser) lo hago yo.
http://.opinionlandia.blogspot.com
Salu2
Te hemos enlazado... con el culo.
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