En su ya lejana juventud, los viejos del palco eran aficionados al modelismo (estático y militar para ser exactos). Una cosa lleva a la otra, y... +/- Leer más
el modelismo les llevó a la revista "Military Modelling". Un día, motivados por sus aficiones y alentados por una moderada consumición de cerveza, publicaron un anuncio en dicha revista pidiendo gorras militares de cualquier parte del mundo. Durante unos años cambiaron prendas de cabeza (así se les llama a lo fino) con gente del Reino Unido, Polonia, Nueva Zelanda, Australia y otros exóticos parajes. Si bien sus achaques no les permiten continuar con figuras y maquetas con el ritmo y dedicación que a ellos les gustaría, todavía, de vez en cuando, despliegan sus archiperres bajo la luz del flexo y se ejercitan en tan noble afición. Lo que sí que han conservado y mantendrán hasta el último de sus días es esa persistente manía de pedir a todo el que conocen (o no) que les traiga una gorra militar de su destino de vacaciones, trastero a vaciar o casa de sus abuelos a derribar. En este blog se recogerán pensamientos repentinos, ideas (las más de las veces descabelladas), vivencias publicables y se compartirán con la audiencia las adquisiciones gorrísticas (o de gorra) acumuladas a lo largo de tantos y tantos años. Y por qué no, alguna que otra figura recién pintadita, antes de que el polvo cubra sus detalles.

martes, abril 08, 2008

misión tres

"On se calme, on se calme!" repetía RR en absoluto calmé. "Vengo de trabajar, soy un [probo] funcionario y acaba de terminar el pleno, mire mi badge". Nos pasa a casi todos, no nos acordamos de quitarnos la matrícula del cuello al salir del trabajo. Otras veces la metes en el bolsillo de la camisa y te olvidas, y eso fue lo que hizo, pero el movimiento no le gustó nada al policía que le recordó lo de las manos sobre el volante.

Lo fácil que habría sido mostrar la tarjeta y lo difícil que fue explicar quién era, dónde trabajaba, en qué y para quién... En un momento dado, el aduanero llegó a decir "defina un diputado". Y RR pensó que los criterios de selección en ese cuerpo de funcionarios habían podido llegar a un nivel de relajación extremo, verdaderamente límite.

La afirmación de que no tenían nada contra él y que se trataba de un control más o menos rutinario, provocado por la presencia sospechosa de un vehículo con placas belgas en esa carretera y esos días no tranquilizó en absoluto a RR, sobre todo porque fue seguida de un anuncio estremecedor: "vamos a proceder al registro completo de su vehículo y pertenencias".

Para terminar de complicar las cosas, se oyó un frenazo con derrape incluído que hizo girar las cabezas a todos (y a algunos volver a llevarse las manos a las cartucheras). HR, el austriaco, al pasar por allí y ver detenido el coche de su compañero, decidió parar a ver si podía echar una mano. "!Quieto, ni un paso más, no se acerce, vuelva a su coche!" Y HR que se lía con el francés y más si es gritado no entiende una palabra y se asusta pero sigue acercándose, temblando. "Go back to your fucking car!" le grita RR. Esto estaba mucho más claro. Se dio la vuelta y volvió a su coche. Encima RR pudo ver perfectamente la larga melena rubia que se agitaba en el asiento delantero derecho. Aquella chica (porque era una chica) miraba alternativamente a su grupo y al austriaco con los ojos muy abiertos. "Cada uno hace lo que puede", pensó, "él se trae a una rubia y a mí de detienene éstos".

El registro estaba siendo tan minucioso que los policías descubrieron recovecos y cajoncitos en el coche que RR no conocía y que todavía tenían mierdecillas del dueño anterior. Mierdecillas. Fue en ese momento, y sólo entonces, que RR recordó su envoltorio de "shit", heredado de Hassan aquella extraña noche en su hotel. Por hacer una gracieta cuando viniese a cuento, decidió guardárselo en el portafolios, en la solapa de la tapa, junto a los documentos que llevaba y traía todos los días al trabajo. Todo empezó a girar vertiginosamente, sus piernas comenzaron a temblar y un sudor frío empezó a manar por todos los poros de su piel. Además, se puso colorado como un tomate, lo que no le ayudaría nada en aquella situación.

Ya estaba pensando en lo que diría en comisaría, rodeado de flics en mangas de camisa y tirantes, y con un flexo apuntándole a la cara. Seguro, pensó, que son tan ratas que la luz no me hará demasiado daño porque habrán puesto una lámpara de bajo consumo. Y menos mal que ahora no dejan fumar, porque la escena pide un ambiente cargado y eso a mí no me va, me entra la tos y... Ocupado en estas reflexiones estaba cuando uno de los aduaneros, que ya trasteaba el maletero del coche y tenía el portafolios abierto, le llamó: "monsieur, c'est quoi ça?". Desde su posición no podía saber exactamente dónde tenía la mano y por qué cosa le preguntaba. Pero mucho se temía que no andaba lejos del "alijo". El corazón amenazaba con salírsele del pecho cuando llegó junto al policía y le vio con la mano metida en la solapa de la tapa. Las décimas de segundo que pasaron hasta que aquella mano enguantada en látex salió de allí le parecieron horas.

¿Puede usted explicarme qué es esto, señor? El aduanero agitaba ante RR su abono del tren, un tarjetón en el que el viajero debía anotar de su puño y letra la fecha de cada viaje en el recuadrito correspondiente. Entrar a la ciudad cada mañana se había convertido en una misión tan difícil que hacía años que conducía su coche hasta la estación más cercana y llegaba hasta el trabajo en ferrocarril, lo que le permitía escuchar música, leer, roncar o charlar con los otros viajeros, según le apeteciese. La pregunta, tal cual fue formulada, provocó en él sensaciones contradictorias. Por un lado le alivió enormemente no ver el paquetito y por otra, ¡le hizo sentirse enormemente culpable de haber comprado un billete de tren tan extraño para un francés!

Sus atropelladas explicaciones, detalladas en exceso, sirvieron al aduanero, que volvió a guardar el billete en su sitio y... cerró el portafolios. ¿Soplo de alivio? ¿Sonrío? ¿Doy saltos de alegría? De nuevo atropello emocional. Al jefe de aquella patrulla le debió parecer que el trato dispensado a RR, un simple trabajador encontrado en un sitio inesperado y con un coche de matrícula tan exótica como la belga en Francia (o sea...), había sido excesivamente duro, y se acercó a él y le dio palique, a modo de disculpa. Le explicó qué hacían y por qué, que si la cosa está muy mala, que si hay mucho delincuente suelto, y traficantes ni le cuento, vous comprennez, que si Schengen tendrá sus ventajas pero a nosotros nos ha hecho la puñeta...

Se fueron mucho más discretamente que llegaron y RR quiso hacer balance de todo aquello, pero lo dejó para la noche. El viaje podía continuar. La rubia que acompañaba a HR no estaba nada mal. Su cara además le resultaba familiar, seguro que también era compañera de trabajo. Habría que ir replanteándose aquello que repetían sus colegas españoles, algo que tenía que ver con no meter nosequé en una olla. Ya en el chalet, con las habitaciones reservadas, apareció DT en plan Don Hilarión, con una morena y una rubia, pero no hijas del pueblo de Madrid, no. La sonrisa de satisfacción le duró a RR el tiempo que tardaron los tres en meterse en una de las habitaciones. Sólo entendió la palabra ducha. Y eso fue lo que decidió que haría él, darse una ducha, pero interior, y de rubias y morenas, de cervezas, de buenas blondes y brunes. Se la había ganado.

Y ese año tampoco esquió fuera de pistas.

5 comentarios:

  1. ¿Ya estáaaaaaaaaaaa?. Después de toda la odisea ¿ya está?. ¿Y qué fue del alijo?, ¿dónde quedó la denuncia a los gabachos?... ¡Qué flojerío!. Y todo por ir a pasar frío a la nieve con esa manía de difrazarse de jeti y llevar el culo mojado día y noche... buah! :-(

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  2. Prefiero las cosas del Paul, él siempre nos garantiza la caracajada... jajaja

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  3. Sijasi, su saludo de esta mañana: still alive? what did you do wrong?

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  4. Es un cabrón encantador! jajaja
    A ver si aprenden los franceses, que son unos flojos y no saben ni terminar una miniserie de acción... :-S
    ¿Por cierto?, ¿nadie tiene curiosidad por averiguar más sobre hassan?...

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  5. Me has dejado totalmente absurda...
    Entonces el pobre RR es un poco... tal que asín.

    Salu2

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