El primer párrafo de este artículo de "El País" nos deja un par de detalles sabrosos y asombrosos.
El primero es que no es normal que uno de estos desgarramantas intente tirar de pistola cuando se ve en igualdad de condiciones con respecto al rival. Sí que lo hacen cuando la víctima está desarmada y desprevenida, pero casi nunca cuando el oponente tiene un arma tan gorda (o más) que la suya, no sea que les hagan un agujero suplementario en cualquier parte de su abyecta anatomía.
La actuación convincente donde las haya del gendarme apuntando a la cabeza del asesino (o presunto asesino, o potencial presunto, o vaya usted a saber) le hizo pronto desistir de su intentona y provocó la segunda reacción, la que demuestra no un rasgo de humanidad al verse vencido, capturado, derrotado y probablemente encerrado de por vida (ojalá en la Guayana), sino la que pone en evidencia su verdadera categoría gonadal. Este individuo, al ver que el que procedía a su detención fue más rápido que él, supuso por un instante que le iban a hacer lo que él no habría dudado en hacer con su víctima en circunstancias más favorables... y se meó en los pantalones.
Ojalá se pudran todos en la cárcel y sus correligionarios entiendan de una vez que puedes dar la vida por cualquier idea, pero ninguna es tan importante como para quitarle la vida a otro. Y a trabajar, señores, que hay crisis, dejen de vivir "liberados" y háganse verdaderamente libres.
martes, diciembre 09, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Meada con olor a cobarde.
ResponderEliminar(diría mucho más, pero no lo habría dicho mejor que usted)
que poco valor tiene una vida humana y que valientes son algunos
ResponderEliminarbesitos