En su ya lejana juventud, los viejos del palco eran aficionados al modelismo (estático y militar para ser exactos). Una cosa lleva a la otra, y... +/- Leer más
el modelismo les llevó a la revista "Military Modelling". Un día, motivados por sus aficiones y alentados por una moderada consumición de cerveza, publicaron un anuncio en dicha revista pidiendo gorras militares de cualquier parte del mundo. Durante unos años cambiaron prendas de cabeza (así se les llama a lo fino) con gente del Reino Unido, Polonia, Nueva Zelanda, Australia y otros exóticos parajes. Si bien sus achaques no les permiten continuar con figuras y maquetas con el ritmo y dedicación que a ellos les gustaría, todavía, de vez en cuando, despliegan sus archiperres bajo la luz del flexo y se ejercitan en tan noble afición. Lo que sí que han conservado y mantendrán hasta el último de sus días es esa persistente manía de pedir a todo el que conocen (o no) que les traiga una gorra militar de su destino de vacaciones, trastero a vaciar o casa de sus abuelos a derribar. En este blog se recogerán pensamientos repentinos, ideas (las más de las veces descabelladas), vivencias publicables y se compartirán con la audiencia las adquisiciones gorrísticas (o de gorra) acumuladas a lo largo de tantos y tantos años. Y por qué no, alguna que otra figura recién pintadita, antes de que el polvo cubra sus detalles.

viernes, enero 08, 2010

el cartucho



"Hace muchos muchos años
en un reino junto al mar
habitó una señorita
cuyo nombre era Annabel Lee..."

La buena de Annabel decidió, aprovechando una interesante oferta, comprar un conjunto de impresora y escáner de la marca EPSON para completar su incipiente equipo informático, compuesto de un ratón, un teclado, un monitor de quince pulgadas, catódico, apostólico y romano y un ordenador con procesador 486,  tarjeta de televisión y... el programita para descodificar el canal plus.

Todavía no existían esas modernas impresoras que escanean, imprimen, fotocopian, envían faxes y planchan camisas, pero se contentó con un programa que tenía un enorme botón verde en el interface y hacía una fotocopia, o sea, imprimía lo que pusieras en la pantalla del escáner en tan solo cinco minutos, más o menos.

Llegó el día en el que los cartuchos de la impresora se vaciaron y hubo que sustituirlos, y fue ahí cuando Annabel Lee fue consciente de que la había "cagao". El precio de los recambios de tinta era abusivo. Tragó durante algunos años, y compró cartuchos originales y luego se pasó a los de Pelikan, compatibles. Finalmente, pasado el tiempo, comenzó a adquirir unos absolutamente incluseros por internet, cuyo precio, gastos de envío incluidos, no llegaba al tercio del importe del cartucho original, pero que imprimían con una calidad bastante aceptable, aunque la duración era algo más escasa.

Pero he aquí que un día, la impresora decidió volverse sibarita y no aceptó más cartuchos desconocidos. Se empeñó en consumir tinta de marca, de marca Epson, claro. Annabel Lee recorrió todas las tiendas de su nueva ciudad, que ya no era aquella junto al mar y vio que le resultaba difícil encontrarlos, y que en el ganchito del que deberían colgar, quedaba tan sólo una etiqueta con un precio que coincidía, al céntimo, con el precio de una impresora nueva.

Sí, por los cuarenta leuracos que le pedían por un mísero cartucho de tinta negra (original, faltaría más), podía comprarse una impresora completa.

Todavía se lo está pensando. ¿Y si la caga otra vez? ¿Y si los cartuchos de la nueva son tan caros como los de la vieja? Ahora Annabel Lee vaga por los domicilios de sus amigos preguntándoles por sus impresoras y sus cartuchos.

A veces hasta se les aparece en sueños.

Yo casi la mando a la mierda esta mañana, a eso de las cinco y media, cuando su presencia y su insistencia pusieron a prueba mi paciencia y estuvieron, aprovechando mi somnolencia, a punto de desencadenar una violencia que tenía olvidada desde mi más tierna infancia.

Esto es a lo que lleva soñar cosas mezcladas, recordar canciones y lecturas de juventud, los efectos de las drogas (para el catarro)...

Annabel Lee es una canción de Radio Futura, basada en un poema de Egdar Allan Poe. Este enlace os llevará al vídeo que hicieron RF y el equipo de La Bola de Cristal. La ilustración es de aquí.

4 comentarios:

  1. Y Edgar mandó a la orilla a la pobre Annabel, y sus dedos quedaron manchados por siempre de tinta de calamar.... digo tinta la mar de cara.

    ;)

    Debería escribir usted más, ya sea de sueño o vigilia, tiene estilazo. Al menos a mí, me gusta mucho como lo cuenta.

    Bello poema, bella canción... Le dejo un beso.

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  2. Dile que hay sitios donde la venden más barata, eso si, de menos calidad, pero al menos puede imprimir algo, no?

    Besicos

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  3. Que sepas querido Statler, que le va a volver a pasar una y otra vez y otra vez, y otra vez... und so weiter..., que diría el Solti. Esos cacharros infernales están diseñados para gastar tinta indiscriminadamente y sin limite, incluso se han dado casos en los que traía mas cuenta comprar una impresora nueva cada vez que se acababa la tinta, pero claro a las dos o tres veces el cartucho llevaba en el almacén junto con la impresora mas de 2 años y no iba tampoco muy bien y luego se dieron cuenta y empezaron a vender las impresoras sin cartucho.

    En resumen, cómprate una láser o... LO LLEVAS CLARO!!!

    Hay de aquellos que imprimian de gratis Espasas y Espasas enteros, porque un día lo echaran de menos.

    ¿Estilo?¿Que estilo?

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  4. Pues yo optaba tb x comprar una laser será más cara si pero sale rentable y además ahora las hay muy baratas.
    Saludos!!

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