Las raíces de este viejo se hunden en antiguas tierras de fertilidad inigualable, realzada por las ingeniosas obras de irrigación de árabes primero y moriscos después. Acabemos con el mito, el abuelo Patxi con su trasvase no llega, pese a su monumentalidad, a igualar en efectividad a aquellos sistemas aprendidos de los romanos (dí algo, PTinto).
Cuando Miguel deja su "cuna del limón mesero" y emigra a Madrid, se encuentra con una ciudad enorme, con sus adoquines, sus guardias de casco blanco, sus autobuses con su cobrador y su "vámonos que nos vamos" y... con la lluvia. Incluso yo, de pequeño, recuerdo la lluvia yendo al colegio y aquella funda de escay que protegía a la bandurria que, a su vez, me protegía a mí. Había que verme, talmente un querido sobrino yogurtu con una enorme sartén negra en la cabeza.
Llegan los años ochenta y ya sólo y San Isidro Labrador, poco mordedor, nos riega a conciencia durante aquellas memorables fiestas patronales que ya nunca se repetirán, y en los noventa y comienzos del nuevo siglo, ese ocasional meteoro convierte el estadio del mandril en piscina olímpica y retrasa la victoria del dépor en el sonado "centenariazo".
¿A qué viene todo este rollo? Viene a que llegó un momento en el que llegué a pensar que las futuras generaciones tendrían que ver los documentales de "la 2" o "cantando bajo la lluvia" para saber qué era eso del agua que caía del cielo.
Pero no. El destino me trajo a otras latitudes, where rain is typicall. Vivo en el paraíso del hombre del tiempo: prediga lo que prediga, siempre acertará. En un mismo día hará sol, se nublará, lloverá, habrá un fugaz arco-iris, soplará el viento desde cualquier parte, de forma que vayas donde vayas, incluso si vas y vuelves, siempre lo tendrás en contra y, dependiendo de la estación, nevará o granizará.
El momento del día correspondiente a la lluvia normalmente coincidirá con mi salida a la calle y el sol esperará a que esté en mi despacho para brillar jodientemente reflejándose mil veces en el edificio de enfrente. Y que venga Murphy y me lo discuta si tiene lo que hay que tener.
Adenda: Gracias, Waldorf, tienes razón: en la feria del libro también llueve.
jueves, enero 24, 2008
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Y dentro de los tuneles de la M-30 (por mucho que se empeñen seguirá siendolo per secula seculorum) incluso ¡¡cuándo no llueve fuera!!
ResponderEliminarEso es un milagro!! y no lo de los etruscos...
Dicho así pareciera que hablaras de Galicia... pero es que allí ya tampoco llueve... ays... ¿Qué le habéis hecho a España?. ¿Me voy dos años y me la convertís en desierto?... ¡Envidiosos!... Como si vivir entre dunas tuviera tanto sex-appeal... Por cierto, lo de la nube de polvo africano que cubre Madrid de negro ¡NO CUELA!. El polvo africano es naranja (lo puedo demostrar sin esfuerzo), eso negro es roña de primera clase, ¡vamos!...
ResponderEliminarEs la Botella la que lo ha dicho, jamía. Ni aquí, donde hay casi más concejales que vecinos la habrían puesto de responsable de nada, y menos de medio ambiente. Acebes me provoca arcadas, Zaplana risa, Rajoy pena, pero la Botella... ahí es donde veo que mi vocabulario se está acortando más rápido que... quicir, que no tengo palabras. Bienaventurados los madrileños expatriados, porque ellos disfrutarán Madrid unos días al año y cuando el disfrute se empiece a convertir en tortura, podrán salir y respirar, vivir, circular...
ResponderEliminarYo estoy muy agradecida al PP porque por primera vez ya sé a quién NO votar y hasta me han animado a dejar el voto en blanco para elegir a alguien... jejeje
ResponderEliminarPues no veais la que se ha liado ella solita, con ese don de palabra que tiene y como se ajardina (no se si existe pero me vale para decir que se ha metido en un jardin y eso si, ni se ha enterado) al decir que claro, ella trabaja en Recoletos y no esta todo el dia ahi..., y entonces no hay contaminacion en todos lados..., que a veces en algunos sitios si..., pero que como la gente no se esta quieta en un solo sitio todo el dia...
ResponderEliminarComo vean esto los del Cervantes me crujen.
Y mientras tanto la lavadora se me queja, me canta a quello de "que llueva, que llueva, la virgen..." y lo bien que me viene que no llueva para poner lavadoras.
ResponderEliminar¡Ay! Nunca llueve a gusto de todos.
Pero, Pericles, no has contado la media tonelada de barro que llevávamos a casa después del cole, de aquellas calles (entre tu casa y la mía) que conocímos sin asfaltar; por no decir de los días que se inundaban los barracones en donde nos dieron clase en nuestros primeros días de escolares... ¡ah! Donde estará don Javier.
Varias cosas:
ResponderEliminarcosa a) triste destino el de un país cuyo gobierno se elige mediante el voto por eliminación.
cosa b) Waldorf, imprímete un a4 sembrado de tildes, recórtalas con mucho cuidado y espárcelas sobre tus escritos. Alguna caerá en su sitio. Lo de los neologismos es bienvenido siempre.
cosa c) lo del "polvo africano" me sigue inquietando.
cosa d) yo creo que esa señora debería estar internada en algún lugar para gente "especial".
cosa e) picos de polución por mercurio aquí. Nadie sabe de dónde ha salido. Afortunadamente están lejos de los valores peligrosos. Antes de navidades, en un episodio de polución por partículas, se bajaron inmediatamente los límites de velocidad. En algunas ciudades se prohibió el acceso a vehículos al centro y automáticamente el transporte público fue by the face. Que es más o menos no mismo que decir a los deportistas que no salgan a correr (porque con el tufillo de sus calcetines aumentan la polución, digo yo que séra).
Añado: si había barro ES PORQUE LLOVÍA.
ResponderEliminarNo, si... escueto sí que es el chiquillo.
ResponderEliminar¡¡¡Jódé cón él ácádémícó dé lós cójónés!!!
ResponderEliminarTáchá lós qúé nó té gústén ý déjá yá dé dár pór cúló.
¡¡¡Leñes ya!!!