Aquella conversación ya no podía recibir ese nombre. Los argumentos más o menos elaborados, las preguntas requiriendo detalles, aclaraciones, las sugerencias, todo recibía siempre una de las dos posibles respuestas.
Y aleatoriamente, a veces sí, a veces no, con contradicciones y a veces hasta con aberraciones. De modo que se lo ganó. A pulso.
Decidí cambiarle el nombre. A partir de entonces, se llamaría Margarito.
Trató de excusarse, de justificarse, de explicarse... pero de mí no obtuvo más que síes, muy seguidos, cansinos, parecidos al sonido del teléfono que comunica.
Dentro de un rato lo olvidaré y volveré a llamarle por su nombre. Seguro.
La imagen es de aquí.
viernes, junio 13, 2008
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Aquí el "Mimosa" este, la de veces que habré gritado yo vía MSN, para que me hiciera caso, y el le das apenas 4 o 5 sis o nos, al azar, y te llama "Margarito" como si fuera paradigma de la indecisión. Y todo era por dedicación a otra noble causa. Ntchs, amos queeee...
ResponderEliminarLas relaciones de pareja deben ser cuidadas y la atención es fundamental. No hay nada que joda más que hablar con el pariento (en vuestro caso y también en el mío) y que me diga "mmm, mmm" o "aha"... Sin despegar la vista de la TV... Y luego protesta porque yo le hago lo mismo cuando estoy en el PC... Si es que... ¡vaya jardín! ;-)
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