Pues si, ya está aquí San Isidro otra vez, la "no fiesta".
De pequeño solo se sabia que era día festivo y no había cole y de vez en cuando si no llovía se iba algún día a la verbena.
De adolescente se aprovechaban los conciertos que nos regalaba D. Enrique, que merecían la pena, no como los de ahora llenos de triunfitos, bisbales y similares bazofias auditivas, y encima casi siempre pagando. Durante el concierto se berreaba, se bailaba, se hacía lo que se podía e involuntariamente se podía llegar a rodar cuesta abajo por las praderitas que flanqueaban el paseo de Camoens. Después del espectáculo no quedaba sino batirse, pero batirse en retirada y por mor de las penurias, se venía uno andando desde la Moncloa hasta los Carabancheles, y haciendo más zetas que eses.
De mayor uno ya tiene otros compromisos, otras ataduras familiares y la fiesta se ve de otra manera. Tan radicalmente diferente que nos cuesta formar una frase metiendo a la vez las palabras verbena y disfrutar.
Y como a la mayoría de los madrileños les da envidia eso de "tener pueblo" (a pesar de tener el pueblo más grande del mundo) cuando llega el día del patrón, aprovechan para escaparse de una ciudad que ese día sí que se llena de foráneos, y campan por doquier y se visten como les pluje.
Porque lo que más nos indignaba y nos sigue indignando a los viejos del palco es lo de la tortilla en la pradera con la gente vestida de ANDALUZA. No señor. ¿Es que a alguien en su sano juicio se le ocurriría ir vestido de Don Hilarión o de chulapo al Rocío? ¿Cómo nos mirarían si nos paseáramos por el Real de la feria de Sevilla de esa guisa? Pues en la verbena de San Isidro, y en su día grande, el del quince de mayo, por el paseo del idem de mayo no verán ustedes nunca más majas ni chisperos, ni chulapos y manolas... que trajes de faralaes.
Seriedad. De tanto abrir los brazos para acoger a los de fuera (entre ellos muchos de nuestros cercanos antepasados, no lo neguemos), a Madrid se le escapó su propia personalidad "porbajol sobaco". Respetemos las tradiciones, que una gorrilla de ojo de perdiz tampoco cuesta tanto. Y si no queremos ir debidamente uniformados, vayamos de paisano, pero, por favor, de andaluz NO.
Pues fetén. Unos al pueblo, otros a la pradera, otros tan lejos que ni saben dónde ponen ahora la verbena.
Que viva San Isidro Labrador (poco mordedor). Y vístansenos adecuadamente, y bailen chotises bien agarraos y sin salirse de la baldosa, y cómannos muchas rosquillas, listas y tontas.
viernes, mayo 15, 2009
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Bueno, no soy mucho de fiestas, es mas, siempre he pensado que estas cosas son mas bien para los de fuera, pero si... hay que tener en cuenta las tradiciones...
ResponderEliminarBesicos
dios, estáis guapísimos y muy típicos en la cabecera. Si es que las fiestas os sientan de bien...
ResponderEliminarbesos