En su ya lejana juventud, los viejos del palco eran aficionados al modelismo (estático y militar para ser exactos). Una cosa lleva a la otra, y... +/- Leer más
el modelismo les llevó a la revista "Military Modelling". Un día, motivados por sus aficiones y alentados por una moderada consumición de cerveza, publicaron un anuncio en dicha revista pidiendo gorras militares de cualquier parte del mundo. Durante unos años cambiaron prendas de cabeza (así se les llama a lo fino) con gente del Reino Unido, Polonia, Nueva Zelanda, Australia y otros exóticos parajes. Si bien sus achaques no les permiten continuar con figuras y maquetas con el ritmo y dedicación que a ellos les gustaría, todavía, de vez en cuando, despliegan sus archiperres bajo la luz del flexo y se ejercitan en tan noble afición. Lo que sí que han conservado y mantendrán hasta el último de sus días es esa persistente manía de pedir a todo el que conocen (o no) que les traiga una gorra militar de su destino de vacaciones, trastero a vaciar o casa de sus abuelos a derribar. En este blog se recogerán pensamientos repentinos, ideas (las más de las veces descabelladas), vivencias publicables y se compartirán con la audiencia las adquisiciones gorrísticas (o de gorra) acumuladas a lo largo de tantos y tantos años. Y por qué no, alguna que otra figura recién pintadita, antes de que el polvo cubra sus detalles.

viernes, noviembre 27, 2009

Crónicas "angolanas" I



"Credenciamento".

El vuelo fue largo, aunque las excesivas atenciones de las azafatas cuando viajas en business hacen que el tiempo se te pase volando (ya veis, hacen falta cuidados extras para que el tiempo vuele en un avión). La llegada al control de inmigración hace levantar murmullos. Nos separan del resto de los pasajeros. ¿Atenciones extra otra vez? No se sabe, cualquier fila corre más que la nuestra y encima se quedan con nuestros pasaportes. Las maletas llegan por la cinta equivocada, pero todas. Nos conducen a un autobús, nos dan una vuelta al aeropuerto y nos bajan, cinco minutos mas tarde, en una sala VIP. Calculamos que andando habríamos tardado cuatro. Nos piden que bajemos del bus y que dejemos todas nuestras maletas y equipaje de mano dentro. Nos van a acreditar para la Asamblea.

Botellas de agua mineral, zumos y galletitas se agolpan en unas mesas bajas dispuestas frente a lujosos sofás de cuero. Vienen a buscarnos de uno en uno, nos llevan a unos mostradores donde gente que tiene pinta de que está por primera vez frente a un teclado, y a pesar de fijarse en tu pasaporte, va cometiendo todas las faltas imaginables al escribir tu nombre y apellido. Cuesta trabajo hacer comprender la diferencia entre delegado y staff. Por eso JM, bruselés blanco y rubio, impresor, acaba siendo JM, delegado angoleño. Ese badge valdría millones en el mercado de los badges defectuosos si lo hubiera.

Cuando llega mi turno, el señor acreditador (o ingeniero do carro dos credenciamentos) se empeña en cambiar mi querido Hurtado por el sin duda más lusófono Furtado (vale, no comparemos a la Nelly con el Jordi). Solo a la tercera comprende que mi padre no permitiría jamás el cambio y que a mí siempre me hizo mucha ilusión aquello de decir Hurtadoconhachemuda. A continuación agarra lo que a primera vista parece una webcam, marca Microsoft, la acerca a menos de una cuarta de mi prominente naso y ordena: dé un paso atrás. No es el momento de decir: retira tú la cámara un poco, gilipollas, porque hace ya dos horas que esperamos que acrediten a un grupo de veinticinco personas, acabamos de volar directo cuesta abajo durante ocho horas y media, estamos cansados, hay mucha humedad y empezamos a ver mosquitos, esos bichos con los que nuestros servicios médicos nos han estado acojonando durante el ultimo mes. Doy dos, no uno, y me corrigen esa rebeldía. Al final ocurre lo que tiene que ocurrir y salgo como en una foto que me hicieron hace años con un objetivo "ojo de pez" y que los más avezados internautas podrán encontrar buscando las palabras "Maturin" y "#atleticoinomanos" en internet. Todavía se para la gente por los pasillos para verme el retrato, dos días después.

A las tres horas y media de esperar a que acaben de darnos nuestras credenciales y nuestros pasaportes de una puta vez (que solo somos veinticinco, coño, ya veremos que va a pasar aquí dentro de mes y medio cuando organicen la copa de África de júrgol), a las tres horas y media, digo, el danés LN (aunque en su credencial figura como alemán, por caprichos del ingeniero) descubre, en uno de sus paseos mas allá de los limites de la sala, que el equipaje ya no está en el autobús, sino en otra sala, abandonado, y comienza una silenciosa, discreta revolución: bueno, que ya esta bien, chicos, que terminéis de una punheteira vez de retratarnos y que a ver si nos aclaramos y nos lleváis a los hoteles, que ya va siendo hora, pijo. No dicho así, claro, sino cogiendo nuestras maletas y saliendo a la calle es como se acaba la incómoda retención a la que estábamos sujetos. Alguien piensa que sí, que para un primer contacto con el país ya es suficiente y nos embarcan de nuevo con destino a nuestros alojamientos.

Menos mal que en el hotel saben manejar grupos numerosos y a las once de la noche todos tenemos, por fin, un sitio donde desfallecer a gusto.


4 comentarios:

  1. Bienvenido a África. Ya que estás por aquí, ¿no te apetece visitar cierto archipiélago africano?

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  2. Parece que la reunion de primavera sera donde los chicharreros.

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  3. Yo no es por, pero esto con fotos del acreditador ganaría un montón.

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  4. Ay, pobrinho....

    Meu velho, qué te están façendo?

    Jajjajajajajjaja...

    ¡¡ Furtado!!! jjajajajajjaja.

    Genial

    Un besote!!!

    pd. Me encantas así vestido de Viejivingston, supongo. ;)

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