En su ya lejana juventud, los viejos del palco eran aficionados al modelismo (estático y militar para ser exactos). Una cosa lleva a la otra, y... +/- Leer más
el modelismo les llevó a la revista "Military Modelling". Un día, motivados por sus aficiones y alentados por una moderada consumición de cerveza, publicaron un anuncio en dicha revista pidiendo gorras militares de cualquier parte del mundo. Durante unos años cambiaron prendas de cabeza (así se les llama a lo fino) con gente del Reino Unido, Polonia, Nueva Zelanda, Australia y otros exóticos parajes. Si bien sus achaques no les permiten continuar con figuras y maquetas con el ritmo y dedicación que a ellos les gustaría, todavía, de vez en cuando, despliegan sus archiperres bajo la luz del flexo y se ejercitan en tan noble afición. Lo que sí que han conservado y mantendrán hasta el último de sus días es esa persistente manía de pedir a todo el que conocen (o no) que les traiga una gorra militar de su destino de vacaciones, trastero a vaciar o casa de sus abuelos a derribar. En este blog se recogerán pensamientos repentinos, ideas (las más de las veces descabelladas), vivencias publicables y se compartirán con la audiencia las adquisiciones gorrísticas (o de gorra) acumuladas a lo largo de tantos y tantos años. Y por qué no, alguna que otra figura recién pintadita, antes de que el polvo cubra sus detalles.

lunes, agosto 25, 2008

¡oro!

Franky cerró la puerta de un golpe tras de si y se apoyó en ella para evitar sorpresas. Se quitó el borsalino y se secó los goterones de sudor que perlaban su frente con el pañuelo del bolsillo superior de su americana, aquel que había tardado tanto en doblar adecuadamente.

Refugiarse en aquel cuarto de escobas fue casi un acto reflejo, pues la ceguera momentánea del gran hermano de ojos felices que organizaba los juegos estaba garantizada durante esa media hora.

Resopló. Su parte estaba hecha. Confiaba en que cada uno de los actores de aquella comedia cumpliera con la suya. Ahora con los sobres todo era más fácil. Recordaba cómo, en el tiempo de los maletines, todo era mucho más obvio y reprobable a ojos de los no iniciados. En un sobre cabían suficientes billetes grandes para alterar la historia, y eso era lo que él acababa de hacer. Ni el suyo ni el de los hombres de gris que arbitraban iba a figurar en ninguna enciclopedia, ni siquiera en la wikipedia, pero eran los verdaderos artífices. Gracias a ellos y a sus "gestiones" deportivo-comerciales, la selección olímpica norteamericana de baloncesto había ganado el oro olímpico antes incluso de comenzar el partido.

5 comentarios:

  1. Pues a ver si encuentran los sobres de las quiñelas, que este año mi padre me quiere jubilar de nuevo...;)

    Besos

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  2. Eso y que tiren desde donde tiren... ¡ENCESTAN!. No seamos, no seamos... Que mientras nosotros fallamos triple tras triple por sistema, ellos meten canastas hasta de espaldas y haciendo el pino sobre la lengua... Vamos que... Algo más que sobres hubo que haber, digo yo (que lo vi en directo) :-p
    ¡YA ESTOY CASI DE VUELTA!. Digo casi porque una vez finalizada la mudanza y la fase 1 de instalación en el piso nuevo, ahora estoy con el ajuar de la heredera, que eso sí que se las trae... Así que estoy, pero a ratos ;-)

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  3. Precisamente porque son tan buenos, no necesitaban que les ayudaran. Me jode tanto recordar todos los balones que debieron perder por pasos y dobles, todas las faltas que hicieron y no les pitaron... por no hablar no ya de las acampadas que montaban en nuestra zona, sino de las verdaderas URBANIZACIONES que se apañaban allí.

    Y las jugadas de 2+1 que se llevaron y las que no nos llevamos nosotros. Hubo tongo, Ivi.

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  4. Yo no sé si lo hubo o no lo hubo, pero las canastas que meten son de infarto y nosotros fallamos hasta colgándonos de la cesta.
    Pero yo estoy satisfecha. Quedar de segundos ante ellos es lo mismo que ganar, con o sin tongo, ¿no?.
    De todos modos, me mola más el street basket que juegan entre ellos con esas canastas de cadenas... jejeje

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